martes, 18 de marzo de 2014

Diario やくざ Yakuza's way #6

Observando a estas gentes uno piensa lo bárbaro que es España, pero a su vez que gran cultura la nuestra.

Envidio su extrema educación. Sería absurdo describir todos los detalles que me llevan a esta sana envidia.
Pueblo eternamente agradecido.
Sólo reprochable por su también extremada frialdad en el trato. Escrupulosa y aséptica casi tanto como el orden de sus calles, todas rectas y paralelas.
Te hacen que sean sencillas pero les falta ese calor del desorden tan español.

Cuesta ensuciar aposta algo, una extraña mimetizacion se apodera de ti y te lo impide. Hasta los camiones en las obras están pulcros y relucientes.
Evitas el contacto por no molestar como las bicicletas te esquivan por la calle,  y si llegas a el, te disculpas mil veces con una reverencia. 
Todo tan pulcro, todo tan frio, todo tan organizado tiene que estallar por algún lado.
Son los reyes del disfraz, de la sonrisa y del "me da igual que piensen, yo me visto como una muñeca y punto".
Aunque por desgracia cada vez se ve más la influencia de occidente en sus jóvenes que retan al tradicionalismo nipon e intentan saltarse las reglas con una desobediencia a veces hasta cómica.

Curiosamente en casi todas las ciudades en las que he estado, siempre me he movido bastante en ellas, los recorridos en trenes locales tienen algo en común, están flanqueados por la casas más desfavorables. Desconozco a que se debe esto, pero es realmente curioso.

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